Verba volant, scripta manent.

Cuerpos



Cuerpos que andan, que ríen, que lloran,
Cuerpos que sienten, que corren, que mienten,
Cuerpos que comen, que beben, que duermen,
Cuerpos que aman, que gozan,
Cuerpos que sufren.

Cuerpos que miran, que oyen, que escuchan,
Cuerpos que ven, que cantan, cuerpos que gustan,
Cuerpos que duermen, cuerpos que sueñan,
Cuerpos que roncan, que rondan
Cuerpos que tocan.

Cuerpos que hablan, que dicen, que gritan,
Cuerpos que esperan, que llegan, que marchan,
Cuerpos que venden, que compran, que cambian,
Cuerpos que odian, cuerpos que matan,
Cuerpos que callan.

Cuerpos que dan, que toman, que roban,
Cuerpos que curan, que rezan, que abrazan,
Cuerpos que ayudan, cuerpos que pasan,
Cuerpos que engañan.

Cuerpos que dudan, cuerpos que actúan,
Cuerpos que ofrecen, cuerpos que crecen,
Cuerpos que nacen, cuerpos que mueren,
Cuerpos presentes, cuerpos ausentes,
Cuerpos…sólo somos cuerpos.



Imagen: Spencer Tunick "NewcastleGateshead 9" (BALTIC Centre for Contemporary Art) 2005



D-funciones administrativas

Fueron recogiendo su partida de nacimiento, el libro de familia, el DNI, su pasaporte-como era de los que viajan lejos, tenía pasaporte-, la tarjeta de la seguridad social, el modelo 600 de autoliquidación del impuesto de trasmisiones patrimoniales de cuando hizo aquella sociedad civil, la escritura del piso que al final logró pagar junto a su mujer, la radiografía de su pierna derecha que se rompió jugando en la playa de la manera más tonta y nunca había querido tirar, recogieron incluso el plano de una pequeña finca que una vez tuvo que presentar en el catastro después de heredarla de su padre; las cinco últimas declaraciones del IRPF (en la última le salía a devolver) e incluso, el último informe de vida laboral que el Ministerio de Trabajo le había remitido (visto ahora parecía más un epílogo que otra cosa). El certificado de defunción fue lo último que introdujeron en la caja.
El traslado por el largo pasillo acompañado sólo por el sonido de teclados y fotocopiadoras a modo de enlutadas plañideras, se hizo largo y lento.Por último,metieron todo en la trituradora y poco a poco su vida de papel se fue deshaciendo en tiras…mezclándose cantidades con fechas, números con letras…Cuando terminaron, recogieron toda aquella burocracia símbolo de una sociedad civilizada…y la incineraron.
Depositaron las cenizas en una pequeña urna que colocaron en la planta 3ª izquierda, primer pasillo, estantería 2ª, en la letra D.




Distancias



"Desayunó en la cocina junto a su hijo viendo las noticias de las 7 en la televisión que había integrada en la puerta del frigorífico.
-Hijo, tienes que escuchar las noticias…estar informado es imprescindible hoy en día.
Su hijo le miraba con ojos tristes, una palabra asomó a sus labios, pero no se atrevió a salir.
Juntos, subieron al coche y el tiempo de trayecto al colegio se consumió con varias llamadas internacionales que su padre contestó a través del bluetooth…
A las 7.45 sabía perfectamente los puntos que habían subido o bajado las acciones que tenía cotizando en bolsa.
Dejó a su hijo en la puerta del colegio no sin antes darle el último consejo a través de la ventanilla bajada:
-no pierdas el tiempo en clase hijo, estudia y lee.
Antes de que su hijo pudiera contestarle, el coche se alejó a toda prisa.
Cuando llegó a su despacho y encendió el ordenador tenía un email del director de la sucursal de su empresa en Chicago, donde le informaba que en un tiempo breve volvería a España para reunirse con él. Luego echó un vistazo a la prensa nacional e internacional más importante y cuando se dio por informado prácticamente de casi todo lo que ocurría en el mundo, acudió a la sala de videoconferencias para reunirse durante una hora con uno de sus socios en Hong Kong. Las órdenes a su secretario fueron rotundas: “que nadie me moleste bajo ningún concepto”.
A las 8 de la tarde y de regreso a casa sintonizó como cada día la emisora de radio que le informaba de los sucesos de la tarde y fue entonces ,al escuchar la noticia de que de nuevo el acoso escolar era la causa del suicidio de otro adolescente, cuando se dio cuenta de que toda la información acumulada no había hecho sino desplazar a la única que nunca hubiera podido buscar por Internet, que todos los kilómetros de distancia que había acortado día tras día mediante la tecnología más puntera se unían hoy para formar una eternidad de años luz a la que estaba de su hijo…
Varias llamadas personales sin atender retumbaron en su cabeza al encender el móvil que no era del trabajo."


Malhumor





El día estaba triste y gris. Unos nubarrones negros acechaban como lobos en el horizonte.
Sin saber por qué, decidí acercarme a ellos. Conduje sin mirar el tiempo, sin tener en cuenta la distancia, mi objetivo eran los nubarrones negros. Quería entrar en ellos como una forma de suicidio alternativa. Cuando me estaba acercando, cuando ya casi los podía tocar con la mano, se abrió un claro y salió el sol. Insolente, cínico, despiadado, riéndose de mí y de toda la humanidad, se llevó consigo la negrura y la tristeza. Me avocó a la vida como quien tira un despojo al contenedor de la basura. Eso era yo para él, un despojo humano que no merecía todavía el don de la muerte.

“Maldita bola egocéntrica...” pensé.



Piercing xxL



A esta belleza me la encontré dando un paseo (el Junio pasado) por la costa de la playa de la Espasa en Caravia (Asturias). Me miró, le miré y cada uno seguimos a lo nuestro como si nada...
Eso sí, el piercing le quedaba "divinodelamuerte".




Espejismos

“DecalcomanÍa” de René Magritte



Me miré al espejo una vez más, despacio, sin prisa, me miré a los ojos fijamente, escudriñándome… me acerqué a mí mismo. Me acerqué tanto,  que mi nariz se quedó pegada a mi nariz…
Me alejé un poco y vi que las pupilas de mi otro yo enfocaban las mías propias para poder verme. Hice una mueca y mi yo espejismo la hizo también , a la vez, como era de esperar de una imagen seria como era la mía. Me di la vuelta y mi espalda pudo intuir otra espalda, volví a dármela y esta vez mi reflejo ya no estaba, se había ido…aburrido de sí mismo.





Literalidad




Le había dado tantas vueltas a la cabeza en los últimos días buscando una solución al problema que, ahora ya, derrotado y exhausto pero con la solución en la mano,era incapaz de darle media vuelta más para no tener que girar el cuerpo entero cada vez que miraba de frente.



El candidato

El candidato subió al estrado, se colocó ante los micrófonos y se quedó en blanco.
Intentó empezar pero no pudo, no sabía qué decir...no le habían preparado para la sinceridad y en estos momentos el mentir se le hacía muy cuesta arriba. El sudor apareció en su frente de improvisto como un Judas delator.
Sólo dijo una frase: “dicen que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo" y, apoyándose en sus muletas se bajó del estrado.



El rastro



Fue la dama más triste de París.
Vitoreada en muchas ocasiones, fue temida por algunos y respetada por todos. Alcanzó el éxito y conoció la fama, pero también la soledad.
No fue feliz. Durante toda su vida no hizo más que preguntarse por qué estaba tan sola si tantos hombres habían perdido la cabeza por ella y, también, alguna mujer. Siempre se preguntó por qué nadie se había quedado a su lado…
Y es que, todos ellos, tan sólo le dejaban un tenue y sutil rastro rojo que Madame Guillotine nunca supo cómo seguir.



¿Otro café?


“¿Otro café?”

Ella no contestó; apagada y muda me dejó indeciso sin saber muy bien qué hacer.
Solo ante el abismo de la duda, vacilé unos momentos y al final tuve que echarle el resto. Decidí que sí…un día más.
Cada mañana ella siguió en sus trece, inexpresiva y reservada.

“Estoy un poco harto de tus conversaciones en silencio”- le reproché - 
Entonces, triste y parsimonioso, le puse el agua, le puse el café y le di al botón.

Después de pensárselo 4 minutos, sin moverse del lugar en el que se encontraba, me dio un pitido humeante de aprobación.



That is the question



"Ser o no ser...
el tormento de la duda invade mi persona, no me deja respirar...me oprime, y después de devanarme los sesos intentando sacar un juicio lo más racional posible y que se adapte a mis convicciones , a mis principios, a mi forma de pensar y de entender, dejo la calavera en el suelo, le doy una patada como si fuera un balón...y me río, porque en su choque contra la pared se parte en dos, igual que mi alma dividida por la duda...Sigo con la misma opresión en mis pulmones, pero ello no me impide coger una cerveza y con una sonrisa fugitiva pienso:
“to beer or not to beer”...y me la bebo de un trago."



El equipaje

Eduardo Úrculo"Siempre llevaba el mismo equipaje: en la maleta azul, los trajes más formales, las chaquetas minuciosamente dobladas, los pantalones marcados por una raya impecable, las camisas almidonadas y abotonadas…era un trabajo laborioso el de conservar la ropa perfectamente limpia y preparada para continuos viajes.
Las estaciones de tren se habían convertido en su segundo hogar, ¿segundo?...no, en su primer hogar, a donde iba no era su verdadero hogar y en todo caso pasaba más horas sentado en el andén que en su propio sofá…
Se había leído novelas y periódicos en el vagón, había conversado y conocido gente de los lugares más insospechados del país, pero ninguna conversación perduraba más de las horas de trayecto, ningún rostro volvía a repetirse y ninguna voz volvía a ser escuchada por sus oídos ávidos de experimentar la dulce sensación de encontrar los perfectos compañeros de viaje…
En la maleta roja los efectos personales se ordenaban de una forma casi obsesiva de tal manera que en cualquier momento pudiera acceder a ellos sin ni siquiera llegar a mirar. El abrigo color beig con los cuellos levantados era su mejor compañero de invierno y su sombrero su mejor aliado para esconder su rostro de las miradas ajenas… del frío.
Así era, a veces conversador y parlanchín, a veces retraído, introvertido y hasta tímido, siempre elegante, discreto y educado.Aquella tarde lluviosa y gris del mes de Noviembre después de años de recorrer el país, de no echar verdaderas raíces en ninguno de los lugares a donde iba, al bajar el escalón del tren y posar sus pies en la estación de sus ciudad , así, de repente, decidió que por fin era hora de quedarse quieto, de no moverse más, de disfrutar de su casa, del café de la mañana con sus amigos, del cine de su barrio, de la lectura relajada en su salón pero sobretodo… de disfrutar de sí mismo. Decidió que era hora de poner en práctica todo lo aprendido durante sus años viajeros y que el tiempo que le quedaba no lo iba a desperdiciar en un vagón de tren…así que puso sus maletas arrimadas a la pared, justo debajo del reloj del andén que marcaba las 7 y 10; la azul en primer lugar, a su derecha la roja y encima con cuidado de que no arrastrara por el suelo su abrigo doblado y su sombrero, él ya no los necesitaría más y... “tal vez haya alguien que esta noche decida…coger un tren” -pensó- y con paso firme y decidido abandonó la estación."



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